Te siento entre mis brazos, tan frágil como una hoja seca y tan apacible como un atardecer en la arena.
Te miro absorto y contra mi te aprieto, no es por retenerte… es para convencerme de que esto es cierto; pareces mas un sueño que algo en mi imaginación, ya que llegaste de noche… cuando mas te necesito yo.
Te protejo, eres como ese ángel que creyó perder sus alas y se siente en un mundo extraño, te digo al oído que nadie ni nada te separará de mi lado, que te acurruques a mi, que por sólo un minuto te olvides de todo y escuches como late mi corazón por ti.
Te escucho y disfruto cada palabra que sale de tu boca, recorro tus facciones y acaricio tu pelo que hoy huele a frutas, cierro los ojos mientras me preguntas “que te pasa?”… yo sólo te digo: “nada, mi amor”… tengo fe en que algún día encontraré las palabras que describan todo lo que pasa en mi cuando te tengo así.
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